Las depresiones necesitan de paciencia. De repente el río
entra en una especie de hoyo, y deja de correr con la alegría de antes. En esos
momentos, la única manera de salir es contar con la ayuda del tiempo. En el
momento preciso, la depresión se llena, y el agua puede seguir adelante. En
lugar del hoyo feo y sin vida, existe ahora un lago que los demás pueden
contemplar con alegría.
Somos únicos.
Nacemos en un lugar que estaba destinado a nosotros, que nos mantendrá siempre
alimentados de agua de modo que, frente a obstáculos o depresiones, podamos
tener la paciencia o la fuerza necesarias para seguir adelante. Comenzamos
nuestro curso de manera suave, frágil, hasta tal punto que una simple hoja
puede detenernos. Sin embargo, como respetamos el misterio del manantial que
nos engendró, y confiamos en su Eterna sabiduría, poco a poco vamos ganando
todo lo necesario para recorrer nuestro camino.
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