Fluye como el agua

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sábado, 2 de enero de 2010

El boom de la meditación

Se asomó a Occidente en los 60, de la mano de artistas, hippies y algunos excéntricos. Pero hoy la meditación ocupa un lugar privilegiado en la medicina mundial. Los estudios dicen que ayuda a prevenir enfermedades y que acelera la recuperación de varias dolencias.

Una moda de excéntricos que intentan ser diferentes. Con reminiscencias de los hippies de los sesenta en busca de su "ser interior". Dados a formar grupos, con el fin de relajarse y lograr la tan anhelada conexión cuerpo-mente y así alcanzar la conciencia plena.

Los estereotipos y las ironías abundan para referirse a los seguidores de la meditación, en sus distintas formas: zen, trascendental, yoga, mantra, relajación y qi gong, entre otras. Pero lo cierto es que estas técnicas de sanación orientales se han legitimado a pasos acelerados en Occidente.

Tanto es así que en las últimas décadas se multiplicaron los estudios clínicos que evidencian que la meditación permite reducir el estrés. Con ella, se mejora la calidad del sueño, se facilita la atención y la concentración, mejora la autoestima y se reduce la agresividad. De esta manera, se previene la aparición de numerosas enfermedades, al tiempo que se acelera la recuperación de variadas dolencias.

A partir de los años 90, los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. crearon el Centro Nacional para la Medicina Complementaria, donde se investiga el efecto de estas técnicas en la salud de las personas.
Gracias a esto, hoy, la ciencia médica ha llegado más lejos. Esto, porque los investigadores aseguran que cada técnica de meditación es útil para determinados problemas de salud. Por esto, ahora se elige la mejor forma de meditar, según el trastorno específico que se enfrenta.

Y la lista de dolencias en que se evalúa el uso de estas técnicas sigue creciendo: infertilidad, colon irritable, cefalea, síndrome premenstrual, fibromialgia, ataques de pánico y cicatrización más rápida de las heridas.

Sus ventajas son evidentes: se trata de técnicas que se enseñan y que luego la persona puede practicar de por vida, que en general no tienen riesgos, no requieren de un lugar especial para ejercitarlas y que impactan en forma positiva e integral la calidad de vida.

Melissa Blacker, profesora de meditación de la Universidad de Massachusetts, advierte a La Tercera que es importante aclarar que estas diferentes prácticas no curan enfermedades. "Cuando trabajamos con individuos, ajustamos la meditación a la persona y no a la enfermedad. Esto es más un arte que una serie de reglas o un protocolo".


por SEBASTIÁN URBINA

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